(segunda entrega. Final)
Cuando el odio o el miedo estén presentes en nosotros, debemos ser conscientes de ellos. Debemos sonreír y llamarlos por su nombre... Podemos respirar acompasadamente para ayudar a calmar nuestro sentimiento. Inspirando soy consciente de que el miedo esta presente en mi; expirando calmo mi sentimiento de miedo.
Cuando no aceptamos nuestros sentimientos, la violencia que ejercemos contra nosotros mismos crece en nuestro interior. Nos puede empujar al enfado, a decir cosos destructivas y a herir a los que nos rodean, especialmente a aquellos que no pueden defenderse por si mismos, nuestros hijos.
Como padres y miembros de una comunidad, debemos aprender a tratar a nuestro odio sin frustrar a nuestros hijos. Muchas familias se han roto por conversaciones violentas, surgidas a partir de la acumulacion de la violencia heredada de los padres, los amigos y la sociedad.
Los niños acumulan la violencia emocional en sus cuerpos y en sus mentes. Si no saben como transformarla pueden expresarla hiriendo a los demás. Y si no la reconocen, pueden reprimirla y construir una bomba en su interior. Pueden incluso llegar a dirigir la violencia que sienten hacia ellos mismos de manera autodestructiva. Muchos niños sienten que no tienen manera de escapar de su dolor y, por ese motivo, toman drogas, dejan los estudios, practican sexo de manera peligrosa o se suicidan. O se autolesionan para castigar a los que creen que les han hecho sufrir.
Es importante reconocer el sufrimiento de nuestros hijos para actuar con compasión y poder ayudarles a reconocer sus sentimientos de odio, aislamiento y miedo. Podemos ayudarles a ser conscientes. (...)
Somos la continuación de nuestros antepasados. Contenemos todas las cualidades y acciones bonitas de nuestros antepasados y también todas sus cualidades dolorosas. Sabiendo esto, podemos poner lo mejor de nosotros mismos para continuar lo bueno y bello de nuestros padres, y practicar para transformar la violencia y el dolor que hemos heredado a través de muchas generaciones. Sabemos que practicamos la paz no solo para nosotros mismos, sino para el beneficio de todos nuestros antepasados y descendientes.
de: "Construir la Paz"
Thich Nhat Hanh - escritor, poeta, maestro y monje budista, nominado al Nobel de la Paz.
Imagen: "Tomorrow forever" - Margaret Keane
y disciplinas para la salud, "vinculados" por una misma mirada de empatía,
compasión y respeto en el vinculo con el paciente.
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