viernes, 23 de septiembre de 2016

El comportamiento adictivo. El síntoma de nuestros días



La gran tragedia de la sociedad occidental contemporánea es tal vez el hecho de que hayamos perdido la habilidad de experimentar el poder transformador del éxtasis y del gozo. Esta pérdida afecta todos los aspectos de nuestras vidas. Buscamos el éxtasis por todas partes, y es posible que, por un momento, pensemos que lo hemos encontrado. Pero, a  un nivel muy profundo, permanecemos insatisfechos.

Nuestra sociedad materialista nos enseña que la única realidad es la que podemos asir, y que la única cosa de valor es “aquello que podemos ingresar en el banco”. Nuestros espíritus necesitan tanto alimento como siempre. Pero, tras haber excluido de nuestras vidas la experiencia interna del éxtasis divino, sólo podemos buscar su equivalente físico. Y por mucho que busquemos, o por muchas experiencias extáticas inferiores que acumulemos, ansiamos más.

Esta ansia nos ha llevado al síntoma más característico de nuestro tiempo: el comportamiento adictivo. De modo que muchas de nuestras vidas están afectadas por la adicción (si  no la nuestra, la de un pariente,  la de un amigo, la de una celebridad) ¿Reconoce algunos de estos tipos? Los prósperos empresarios jóvenes que creen que necesitan cocaína para tener aire de competencia; las supermadres que no pueden pasar un día sin un tranquilizante; los acosados gerentes de empresa que necesitan dos o tres copas cada noche después de trabajar para relajarse; los jóvenes que prueban las drogas callejeras porque ya están tocados por la falta de sentimientos en nuestra sociedad; los universitarios que asisten a fiestas para emborracharse o “colocarse”; los peligrosos conductores adictos a la emoción de la velocidad; los negociantes enterados que realizan transacciones ilegales en la bolsa porque son adictos al “colocón” de ganar dinero; los solteros perpetuos que pasan de un amante a otro, adictos al primer destello de amor romántico.

La adicción es la cara negativa de la búsqueda espiritual. Buscamos una exultación del espíritu; pero en lugar de satisfacción encontramos una emoción física efímera que nunca puede satisfacer el vacío crónico y persistente que nos acosa.

Para llenar dicho vacío, necesitamos reconectar con la capacidad de éxtasis que esta inactiva dentro de nosotros.

Fragmento del libro Éxtasis, Psicología del gozo
Robert A. Johnson
Editorial kairos 1991, pag 11 y 12

Sobre el Autor
Robert A. Johnson (Portland, Oregón, Estados Unidos, 1921) es un destacado conferenciante y analista junguiano estadounidense autor de numerosas obras


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