“… Me acosaba
constantemente un juez interior, despiadado, incansable, mezquino, acosador,
invisible en muchas ocasiones, pero que siempre estaba de guardia… Me regía por
el supuesto de que «hay algo
eminentemente malo en mí» y me esforzaba penosamente por controlar mi yo, que
me parecía esencialmente defectuoso. Me aplicaba al máximo en los estudios,
participaba en política con fervor y me entregaba a una vida social muy plena.
Evitaba el dolor (produciéndome más todavía) con mi adicción a la comida y a mi
obsesión por el éxito. A veces buscaba
placeres sanos (en la naturaleza, con amigos), pero también sentía cierto
impulso que me llevaba a buscar emociones en las drogas, el sexo y otras
aventuras. El mundo veía en mí a una
persona que funcionaba muy bien. Pero por dentro estaba angustiada, obsesionada
y, en muchas ocasiones deprimida. No me sentía en paz con ningún aspecto de mi vida…
Empecé a darme cuenta de que por debajo de mis oscilaciones del estado de ánimo,
de mi depresión, de mi soledad y de mis conductas adictivas se ocultaba y
acechaba aquella sensación de sufrir graves carencias personales. Tuve un
primer atisbo claro de un núcleo interior de sufrimiento que volvería a visitar
una y otra vez a lo largo de mi vida. Aunque me sentía desnuda y magullada,
supe por intuición que al hacer frente al dolor estaba tomando el camino de curación…
Anhelaba ser más buena conmigo misma. Anhelaba entablar amistad con mi vivencia
interior y sentirme más tranquila y más a gusto con las personas que intervenían
en mi vida
… La creencia de que hay algo malo en nosotros es una manera de desperdiciar
nuestras valiosas vidas. No obstante, como nuestro hábito de sentirnos
deficientes está arraigado, para despertarnos del trance no solo basta con una decisión
interior sino que precisamos un entrenamiento activo del corazón y de la mente.”
El fragmento del texto corresponde al prólogo del libro Aceptación Radical- Abrazando tu vida
con el corazón de un buda , escrito por la Dra
Tara Brach, psicóloga clínica, conferencista, maestra de meditación; Nacida
el 17 de mayo de 1953, vive en Bethesda, estado de Maryland.
Mindfulness y Psicoterapia basada en la Compasión
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me llego a lo mas profundo de mi...gracias fernanda!
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