Cuando a comienzos del siglo pasado
Freud escribió sobre la sexualidad infantil se produjo gran revuelo. Hoy
sabemos que desde antes de nacer, cuando estamos en el vientre de nuestra
madre, hasta que morimos, todos tenemos sexualidad.
La sexualidad es esa función vital,
esa manera propia de ser, de comunicar, de sentir, de expresar y de
relacionarnos con los otros. Abarca lo físico, lo emocional, la espiritualidad
y la vida de relación. La sexualidad se diferencia del sexo, que es la referencia biológica: hombre
– mujer. Y del género, que es el aspecto cultural: lo masculino – lo femenino,
los roles aprendidos gradualmente a lo largo del proceso de maduración.
En cada persona y en cada etapa la
sexualidad se va a manifestar de un modo diferente. En la infancia tiene por
objetivo buscar el placer y evitar el dolor. En la adolescencia y adultez se agregaría,
además, formar pareja, tener relaciones sexuales y la procreación. La
diferencia entre la sexualidad del niño y la del adulto, reside en que la del
niño no está ligada a la relación sexual genital y a la reproducción. Los
adultos están sometidos por la prohibición del incesto, esa ley social presente
en casi todas las sociedades humanas, a la obligación de castidad con respecto
a los niños y jóvenes.
Pero… ¿cómo se manifiesta la sexualidad en los niños?
A medida que el niño va pasando por
las diferentes etapas evolutivas, se podrán observar juegos, preguntas y
exploraciones que, además de satisfacer la curiosidad sexual, apuntan a la
búsqueda de identidad. La curiosidad sexual en los niños es buena y esperable,
siempre que no se convierta en el único tema.
Cabe aquí destacar que la familia es la primera educadora sexual. Educa no sólo con palabras sino también con actos, que son modelos que impactan en la subjetividad de los niños. Educará aún cuando omita hablar del tema. En el mejor de los casos podrá satisfacer la curiosidad, apuntará al respeto y cuidado tanto del cuerpo como a la salud psíquica y brindará herramientas para prevenir situaciones de abuso.
La educación sexual, entonces, comienza en la familia, se amplia en la escuela y continúa con lo que el niño recibe a través de sus relaciones con los otros, los medios de comunicación, etc.
Y aquí quisiera detenerme. Sabemos
que, en líneas generales, hablar de sexualidad incomoda. Y tanto más cuando de
nuestros hijos se trata. Hablar con claridad
y sencillez, mantener la calma cuando juegan y exploran al respecto, puede que
no resulte fácil pero es posible. No se trata de tener que saberlo todo o de
tener que dar una respuesta inmediata si no se tiene. Lo más importante es
crear un clima de confianza, donde con afecto, naturalidad, respeto y buena
disposición podamos escuchar y comprender a los chicos. Bastará para que estos
crezcan con la convicción de que pueden hablar de todo en familia, incluso de
sexualidad.
Si la temática incomoda a los padres, es conveniente darle al niño la posibilidad de hablar con otro adulto, familiar, educador o profesional de la salud.
Que los padres sepan que pueden contar
con los pediatras para acompañarlos en esta tarea, consultar, de ser necesario,
a psicólogos infantiles, como así
también, conocer que desde el año 2007 la Ley 26.150 garantiza la Educación Sexual
Integral en los jardines de infantes y en todas las escuelas primarias y secundarias
del país, públicas y privadas, religiosas y laicas, resulta de capital importancia.
Es mucho más. Aprender a reconocer y
expresar emociones y sentimientos; respetar valores como la amistad, el amor,
la solidaridad, la intimidad propia y ajena; el cuidado de nuestro cuerpo y
salud y el cuidado de los demás; saber que todas las personas tienen derechos,
por ejemplo a ser bien tratados, a que se trate de igual manera a varones y
mujeres, a ser respetados no importa cual sea la orientación sexual, a decir
“no” a presiones para tener relaciones sexuales o a las relaciones de pareja
violentas, y muchos temas más.
Podemos darles a nuestros niños y
jóvenes la posibilidad de vivir la sexualidad de una manera más sana, plena,
personal y responsable.
Mónica Maravini
Miembro del equipo de Campo Vincular Salud
Mónica Maravini
Miembro del equipo de Campo Vincular Salud
Psicóloga
U.B.A
Especialista problemática sociales infanto juvenil
Especialista problemática sociales infanto juvenil
y disciplinas para la salud, "vinculados" por una misma mirada de empatía,
compasión y respeto en el vinculo con el paciente.
Contacto:campo.vincular.salud@gmail.com
Teléfono:3964.4062
EXCELENTE ARTICULO
ResponderEliminarEs importante informarnos, informar y establecer un espacio para el dialogo y para el crecimiento de todos. Saludos
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